Si sabeu on dorm la lluna blanca digueu-li que la vull, però no puc anar a estimar-la…
«Companys, si sabeu on dorm la lluna blanca,
digueu-li que la vull
però no puc anar a estimar-la,
que encara hi ha combat.
Companys, si coneixeu el cau de la sirena,
allà enmig de la mar,
jo l’aniria a veure,
però encara hi ha combat.
I si un trist atzar m’atura i caic a terra,
porteu tots els meus cants
i un ram de flors vermelles
a qui tant he estimat,
si guanyem el combat.
Companys, si enyoreu les primaveres lliures,
amb vosaltres vull anar,
que per poder-les viure
jo me n’he fet soldat.
I si un trist atzar m’atura i caic a terra,
porteu tots els meus cants
i un ram de flors vermelles
a qui tant he estimat,
quan guanyem el combat.»
“Abril 74”, Viatge a Ítaca, Lluís Llach.
«Compañeros, si sabéis donde duerme la luna blanca
decidle que la quiero
pero que no puedo acercarme a amarla
porque aún hay combate.
Compañeros, si conocéis el canto(V.O. “el cau”: la guarida, el refugio) de la sirena
allá en medio del mar,
yo me acercaría a buscarla
pero aún hay combate.
Y si un triste azar me detiene y doy en tierra
llevad todos mis cantos
y un ramo de flores rojas
a quien tanto he amado.
Compañeros, si buscáis las primaveras libres
con vosotros quiero ir
que para poder vivirlas
me hice soldado.
Y si un triste azar me detiene y doy en tierra
llevad todos mis cantos
y un ramo de flores rojas
a quien tanto he amado.
Cuando ganemos el combate.»
© Edicions l’Empordà. Discografía: Viatge a Ítaca (1975)
Esta composición, pura poesía política, podría ser tan solo —y de hecho lo es— un bello canto de amor, pero acaba convirtiéndose en mucho más que eso, acaba siendo una oda alegórica a la proeza, el canto de un combatiente de la imprescindible Revolución que teme fallar y no reencontrar jamás la anhelada libertad, el canto de un amante que se siente impelido a partir y teme no reencontrarse con su amor.
Resulta clave señalar que Llach cantaba desde un país ahogado por una dictadura franquista que a fecha de hoy muchos analistas estarían de acuerdo en afirmar que aún extiende sibilinamente sus largos tentáculos fascistas por allí donde puede y, por supuesto, como miembro de los Setze Jutges y componente de la Nova Cançó, el cantautor no da puntada sin hilo y, ofreciendo a la luna, ofreciendo a la amada, su ramo de flores rojas, rinde homenaje a la Revolución de los Claveles o Revolução dos Cravos que, el día 25 de Abril de 1974, hizo caer la dictadura política instaurada desde 1926 en Portugal y posibilitó que todas las provincias portuguesas no europeas, excepto Madeira y Macao, consiguieran su independencia antes de acabar el año 75. El alzamiento fue llevado a cabo por los oficiales intermedios de la jerarquía militar —el Movimento das Forças Armadas o MFA— la mayoría de los cuales eran capitanes (después conocidos como los «capitanes de abril») que habían participado en la guerra colonial y que, junto con sus compatriotas, conquistaron las calles de la capital portuguesa a ritmo de «Grândola, Vila Morena«, fusil y claveles en mano.
Y es que toda una generación de jóvenes de finales de la década de los 60 y los 70 conectaron profundamente y se sublevaron con la Revolución de Terciopelo también conocida como la Primavera de Praga o Pražské jaro, el Mayo francés en París, el 68 japonés y los hechos de Vietnam, Chile o Lisboa, de los cuales este año se conmemora su cincuentenario.